Pétalo LI

El demonio entró en aquella iglesia. Se confesó. El cura lo absolvió con un padre nuestro y tres ave marías quedando impune de todo

Pétalo L

Y anduvo sobre cristales… el más pequeño de ellos, el que parecía más inofensivo, le provocó una herida mortal

Pétalo XLIX

- Siento fuego en el pecho, dijo ella - Nunca apagues tu chispa, contestó él - Necesito sofocarlo, añadió. Y Se marchó. Él ardió

Pétalo XLVIII

Con la misma facilidad que reía, lloraba. Expiró su último aliento con el que le compuso una canción. A él… que nunca estuvo

Pétalo XLVII

“El corazón salpica angustia. Los ojos, versos malheridos. Las manos pierden el tacto, los pies el destino”. Así empezaba el fin

Pétalo XLVI

Una letra escrita tras otra no es un cuento, pero juntando palabras encontré la manera de hallarte dentro de la mejor fantasía posible

Pétalo XLV

El gato corría por el pasillo y, en un instante, se quedó inmóvil sobre el parqué. Bufó y miró hacia atrás. Vi lágrimas resbalar por su mentón

Pétalo XLIV

Abrí un cajón y me saltó una mirada y un grito. Guardé el grito. Más tarde me di cuenta de que la mirada contenía un reproche

Pétalo XLIII

Conducía por la autopista de la vida sorteando los fantasmas que adornaban su retrovisor

Pétalo XLII

- Otra cerveza?, dijo - Buceo en espuma, me pierdo entre burbujas, tu rubio me ciega, pensó mientras se emborrachaba de amor.

Pétalo XLI

“Es reflejo en mar, leyenda en presente, sonrisa sobre llanto, suma de la resta, el todo de las partes. Única”, dijo entre recuerdos

Pétalo XL

Se montó sobre el unicornio paseó por el arcoíris durante horas. Sonó el despertador y la realidad hizo añicos el encanto

Pétalo XXXIX

Ella habló con un profundo silencio. Él la escuchó tras sordera. Una discusión muda que acabó con el sonido de un beso atronador

Pétalo XXXVIII

Encontré al chico de las definiciones incorrectas y lo dejé pasar por temor a que malinterpretase mis silencios

Pétalo XXXVII

“El sol no le resta belleza a la luna. Con ella siempre llegan los recuerdos más escondidos del alma”, dijo poniéndose sus gafas de sol

Pétalo XXXVI

Lanzas dardos con tu mirada pero, un día, la diana dio la vuelta. Ahora chocas contra la pared de la indiferencia

Pétalo XXXV

Le pidieron que fuera a reconocer el cadáver. Al llegar a la sala eran dos los muertos aplastados por un silencio sepulcral

Pétalo XXXIV

Cortó con su segueta de plástico aquel trozo de madera sin pensar en que era imposible. Sólo consiguió astillarse la esperanza

Pétalo XXXIII

Intentaba que los finales fueran felices pero aún disfrutaba más observando la estela que dejaban las perdices con su vuelo

Pétalo XXXIII

Poseidón, su dios; el mar, su gran amor. Hacía tiempo que el rumor de las olas era su único idioma. Así encontró su camino

Pétalo XXXI

Y se fue haciendo transparente con el tiempo. Tanto, que al final sólo nos quedó su recuerdo derramado sobre una silla de mimbre

Pétalo XXX

Y si Gabo olvida… todos quedaremos encerrados en el orfanato de su tinta intentando recordar historias de las que nunca fuimos huéspedes

Pétalo XXIX

Convirtámonos en extraños para que un día, quizás, volvamos a conocernos

Pétalo XXVIII

Ésa no es tu fiesta, apuntaron los ojos. Ya era tarde. Los labios latían al son de su olor

Pétalo XXVII

Tiró aquel libro por la ventana. Los protagonistas murieron de golpe y el final secó para siempre la tinta de su autor

Pétalo XXVI

Soñó que soñaba que tenía un sueño pero estaba tan despierta que incluso parpadeó

Pétalo XXV

Me hiciste tanto daño que no quise ni pasar página ni cerrar capítulo, simplemente arranqué la única hoja que trataba sobre ti

Pétalo XXIV

- Eres mágica, le dijo al hada - La única diferencia es que yo despliego mis alas para vivir y tú olvidaste que puedes volar

Pétalo XXIII

Ella comenzó la frase y él la acabo. Para ambos el significado era totalmente opuesto

Pétalo XXII

Se puso el reloj en su muñeca y los segundos, minutos y horas se volvieron inolvidables